martes, 19 de mayo de 2009

Cocinar. No le tengo terror. Simplemente no le tengo ganas. Estoy (mal) acostumbrada a que la comida siempre esté lista cuando yo me siento, y cuando la termino me voy. No levanto (pocas veces), no lavo, no guardo.
Podría aprender algo. Al menos como para defenderme del hambre cuando me encuentre sola, sin un peso para el delivery, sin un amor (me encuentro sola, sola). Todavía no pasó, pero como bien dicen, es mejor prevenir que curar.
Repasemos lo poco que sí sé. Básico: puedo abrir la heladera (y en su defecto, el fizzer), prender las hornallas, usar el microondas (uso básico, ya cuando me salen con 20 botones diferentes no entiendo una goma), usar la tostadora. Calentar el agua para los fideos, hasta ahí (no se cuando hierve el agua! Me pone muy nerviosa no saber, siempre tengo a incertidumbre), cortar verduras, condimentar ensaladas, hacerme un huevo duro o un huevo frito (si estoy atenta y si soy cuidadosa), hacerme unas milanesas (fritas: no sé prender el horno).
Lo que no sé: el resto de las cosas. Obviamente no sé hacer un puto café (tengo la teoría que si no me gusta no tengo porqué, aunque sepa que está mal). Tal vez si me pongo concientemente a hacer cualquier cosa lo lograría, pero ya tengo tal carga de inutilidad famosa que no me gasto en lo más mínimo. Prefiero que por ahora se rían de mi, y trabajen para mi (muajaja).
Me molesta el proceso, esperar. Tengo hambre, quiero comer ahora. No quiero ponerme a cocinar y encima arriesgarme a que salga todo mal y me quede con cosas carbonizadas y con hambre. Trato siempre de asegurarme tener mi comida.
Pero esto tiene que cambiar, pronto, de a poquito (no hay que apresurarse tanto). Voy teniendo una idea de hacer ciertas cosas, es cuestión de practicar, y de tener a alguien cerca para que supervise, y por si se te caga todo, te haga algo para comer.
Lavar platos no me disgusta. Haceme companía o poneme una buena música y me la banco. Tiene que ser largo el tema de la charla o la música porque soy muy lenta lavando platos, no es una actividad que haga muy seguido.
De a poco me hago valer. Tampoco es que disfruto tanto que se rían en la cara porque soy una inútil. Lo más feo que me pasó fue la otra vez. Le conté a mi abuela que me había hecho mi currículum y que me iba a buscar un trabajo como para empezar y para ocupar mi tiempo de siesta. Se me entró a reír en la cara, ella y mi hermanastra de 12 años. Esas cosas me enferman, pero es lo que más me motiva para probarles a todos que estaban muy equibocados, y que yo M. L. F. voy a tener mi trabajo. Así pasó la vez pasada. Yo que siempre me la paso tirada como una morsa sin hacer ningún tipo de actividad física, salvo caminar porque no me queda otra o intentar correr el colectivo, corrí una maratón de 5 k. No fue mucho, pero bastó para sentirme muy orgullosa de mi misma, y pude probarles a todos los que se tentaron cuando les dije que me estaba preparando para una maratón, que efectivamente sí podía hacerlo y lo hice. Tranqui, sin morirme en el camino.
Conclusión. Sí puedo cocinar si me lo propongo, el tema es que no tengo ganas. Vamos a cambiar esto último little by little.

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